

Hace no mucho tiempo, unos 30 años, tener un teléfono en Argentina no era para cualquiera. Las empresas tardaban una eternidad en procesar el pedido y mantener una comunicación resultaba carísimo para una familia de case media.
Con el correr de tiempo, los celulares, los computadoras, las aplicaciones de mensajería y las redes sociales fueron ganando tanto espacio que hoy casi nadie tiene un teléfono fijo. El paradigma de las comunicaciones y su proceso de cambio hizo que nos acostumbremos a estar conectados las 24 horas del día, algo que, se prevé, podría potenciarse dentro de algunos años más…