

City Bell es una pequeña localidad a unos 20 minutos del centro de La Plata que fue tomando brillo con el correr del tiempo. Hace unos años era una zona de casaquintas que, con el paso del tiempo, se convirtió en un lugar chic donde restaurantes, negocios de primeras marcas y exclusividad le dieron una fisonomía distinta a cualquier día de la semana.
Es viernes al mediodía y hace frío. Bastante frío. Con la ternura de las madres que saben cómo cuidar a sus hijos, Marlene cuida que Ian esté bien abrigado. Ambos están sentados en un banco azul elegido especialmente para la ocasión. No es al azar. El color azul es sinónimo de autismo y se inauguró en la Plaza San Martín hace un tiempo. “para nosotros es muy importante, ya que indica que puede haber nenes autistas jugando en una plaza”, explica Marlene, en el inicio de una charla que se extenderá por casi una hora.
Ian tiene 9 años y a los 3 su vida cambió. Después de visitar distintas terapias, consultorios, médicos y especialistas, fue diagnosticado con autismo. Lejos de recluirse, apostó a entender que es una persona igual que las demás y que todos debemos ser aceptados con las diferencias del caso.
Desde hace un tiempo Ian habla de autismo. Publica videos en redes sociales y se transformó en un influencer. Le gusta leer vorazmente y es fanático de la cultura coreana, país que planea visitar a sus 18 años y para lo que ya está estudiando su idioma. Acompañado de su familia, lucha por una sociedad más igualitaria, que no discrimine y entienda que el autismo no es una enfermedad, sino una condición.
Marlene es de City Bell de toda la vida y mamá de 4 hijos. De familia de comerciantes, se vinculó con las artes y la comunicación. Todo quedó en segundo plano para transformarse, para la opinión pública, en la mamá de Ian. Como hizo con sus otros hijos, lo acompaña en su camino, sosteniéndolo, ayudándolo y cuidándolo, buscando que su condición no sea un obstáculo para ser feliz.
En el mundo se especula que 1 de cada 100 niños tiene autismo. La “mala prensa” de dicha condición es la que busca cambiarse. Por eso es que se dejó de lado la gráfica del rompecabezas al que le faltaba una pieza, por que a los autistas no es falta una pieza, las tienen todas y solo es cuestión de interpretarlos correctamente. En eso andan Ian, Marlene y su familia: buscando que la sociedad entienda que ser artista no es una enfermedad, sino una condición que no condiciona en lo más mínimo el futuro de aquellos que solo buscan ser felices.