Señalado como el poeta del rock argentino, Luis Alberto Spinetta desarrolló a lo largo de su extensa trayectoria una lírica que se sostiene por sí misma, incluso más allá de lo que ofrece el contenido musical.

La manera sutil en el uso de la palabra, su escritura por momentos indescifrable y por momentos tan transparente, la búsqueda de lo bello incluso en los párrafos más tristes, son lo que hizo que su obra se mantenga presente aún en su partida física.

Fue también su conexión con la obra literaria de distintos autores como Artaud, Rimbaud, Castaneda y tantos otros, lo que lo nutrieron y así procesó toda esa información para transformarla en el arte de su propio discurso.

Spinetta se permitió correr los límites, buscando dar con nuevas formas y materiales si se trataba de complejizar como de pulir las posibilidades de componer rock en castellano.

Es por eso que diez años de ausencia implican una década donde nos perdimos la oportunidad de seguir sorprendiéndonos por su facilidad y felicidad con que nos invitaba al descubrimiento, ese don de estirar las oportunidades que posee la canción en formato rockero. Y es por todo eso también, que a diez años de su partida siempre estará presente en la música, en la poesía y en el inconsciente de la sociedad toda.