En medio de la euforia que se vive en los mercados tras la mejora de las expectativas económicas, los bancos argentinos se convirtieron en protagonistas. Según un reporte de Morgan Stanley, la Argentina “podría tener el mercado bancario de mayor crecimiento de América Latina” si logra mantener la estabilidad y acelerar la normalización financiera.
El punto de partida es alentador: el crédito al sector privado apenas representa el 13 % del PIB, el nivel más bajo de la región, lo que deja un amplio margen para crecer. A eso se suma que el sistema bancario local exhibe buena salud, con un ratio de capital del 27 % (BIS), muy por encima del mínimo regulatorio.
Otro dato clave es el perfil demográfico. Más del 60 % de la población pertenece a los estratos medio y alto, lo que potencia el consumo y la adopción de nuevos productos financieros. En ese contexto, la baja bancarización y la digitalización creciente abren espacio para un ciclo de expansión sin precedentes.
Entre los bancos mejor posicionados, los analistas mencionan a BBVA, Galicia, Macro y Supervielle, que cotizan con valuaciones muy por debajo de sus pares de la región. Si la economía se estabiliza, podrían tener un fuerte reacomodamiento en sus precios de mercado, impulsados por mayores niveles de crédito y rentabilidad.
Claro que no todo es color de rosa: la consolidación del escenario depende de mantener un rumbo macro estable, contener la inflación y evitar nuevos sobresaltos cambiarios. Además, el avance de las fintech y la competencia de los bancos públicos plantean desafíos en un ecosistema cada vez más dinámico.
En definitiva, tras años de estancamiento y volatilidad, la banca argentina vuelve a estar en el radar de los inversores internacionales. Si la tendencia se sostiene, el país podría ser —por fin— el caso testigo de un renacer financiero en América Latina.