

La producción de Vaca Muerta llegó en julio a los 508.400 barriles diarios, un récord que consolida a la cuenca neuquina como el principal motor energético del país. De acuerdo con estimaciones privadas, bajo un escenario favorable, el yacimiento podría alcanzar los 1,1 millones de barriles diarios en 2030, lo que abriría la puerta a un salto exportador inédito.
Las consultoras del sector plantean tres posibles escenarios de crecimiento. El más optimista habla de un plateau de hasta 2 millones de barriles por día entre 2033 y 2050, mientras que la proyección más conservadora se ubica en torno a 900 mil barriles diarios, apenas por encima de los niveles actuales. En el medio, hay un escenario de 1,4 millones de barriles diarios, que parece hoy el más factible si avanzan los proyectos en curso.
Para sostener esas metas será clave aumentar la perforación: se necesitarán 900 pozos por año en una primera etapa y unos 600 anuales después, además de elevar la cantidad de equipos de perforación y fractura. A esto se suma la urgencia de contar con oleoductos y gasoductos capaces de transportar el crudo y el gas hacia los mercados interno y externo.
Uno de los proyectos más relevantes es el Vaca Muerta Oil Sur (VMOS), que ya consiguió financiamiento por 2.000 millones de dólares y prevé arrancar en 2026 con una capacidad inicial de 180 mil barriles diarios, para llegar a 550 mil en 2027. También se licitan obras de ampliación en el gasoducto Perito Moreno y se avanza con una terminal de exportación en Punta Colorada.
Según estimaciones de YPF, si Vaca Muerta logra consolidar su desarrollo, las exportaciones de petróleo podrían sumar hasta 350 mil millones de dólares entre 2030 y 2050, aunque para eso se requerirán inversiones por más de 220 mil millones de dólares. Un desafío de magnitud que, de cumplirse, convertiría a la Argentina en un jugador energético global de primer orden.