

Harina, levadura, agua, sal y una pizca de aceite. Cinco ingredientes básicos para amasar una fortuna. Así podría resumirse la historia del Grupo Kalis, uno de los más pujantes y exitosos que nacieron con una inversión mínima y hoy facturan millones de dólares.
Franco Kalifón, su dueño, forma parte del staff fijo de Kalis todos los días, amasando pizza, repartiendo platos o charlando con algún cliente. Él también se sorprende cada vez que la fila llega a la esquina de su local, en Núñez, incluso cuando las puertas todavía no abren.
Los números del Grupo Kalis (Kalis Pan + Kalis Pizza) son muy interesantes: con inversiones anuales de US$ 10.000 para Kalis Pan en 2018 y US$ 300.000 para Kalis Pizza en 2024, la facturación anual 2025 está proyectada en más de US$ 5 millones. En cuanto a producción, Kalis Pan produce más de 600.000 unidades mensuales, mientras que Kalis Pizza se encuentra en las 25.000 slices aproximadas por mes.
A la hora de conocer su historia en una charla con el sitio Forbes Argentina, Franco recuerda sus inicios: “Entre mi socio Martín (Calzetti) y yo. Nos conocemos desde chicos, del colegio. Cada uno hizo su camino: yo me metí en la gastronomía y él en la ingeniería. Y encontré mi pasión en los panificados. Siempre fui muy inquieto, preguntando, buscando oportunidades. Tuve la suerte de trabajar con personas que fueron fundamentales en mi recorrido, como Francis Mallmann y Luciano García, que me enseñaron sobre cultura, valores y a hacer las cosas bien. Desde que empecé a estudiar sabía que quería crear algo propio. Siempre hablaba de una fábrica, de hacer panes. Un verano se lo mencioné a Martín y me dijo: "Cuando estés listo, avisame y lo hacemos". A los cuatro años estaba trabajando en un restaurante, había desarrollado una carta de panes y el impacto fue muy bueno. Compartí orgulloso en mis redes lo que había hecho y la gente empezó a preguntarme si los vendía. Era el momento justo en el lugar indicado: 2017, plena revolución de las hamburgueserías. Había productores de carne artesanal, pero faltaba un player que hiciera el pan. Compramos una pequeña amasadora, un hornito y arrancamos en el garage de la casa de mis padres. Cada uno seguía con su trabajo, pero llegué a laburar 18 o 19 horas por día. Fue una etapa muy intensa. Después de seis meses, el negocio no terminaba de despegar porque no teníamos tiempo. Ese fue el primer gran desafío y nos la jugamos: dejamos nuestros trabajos y nos tiramos de lleno a la pileta. Seis años después, la historia de Kalis Pan habla por sí sola. Hoy tenemos una planta de producción de 2.000 m2, elaboramos casi 700.000 panes por mes y estamos posicionados en Argentina como el pan de hamburguesa artesanal que logró combinar volumen industrial con calidad y una forma diferente de hacer las cosas. En el medio, se metió la pizza”.
Pensando en el futuro, Franco anuncia que sus planes de expansión están a la vuelta de la esquina: “Por el momento, solo vendemos en el canal HORECA, que ofrece a restaurantes, bares, hamburgueserías, etc. No estamos en el consumidor final aún, pero la idea es llegar a través de supermercados y tiendas de venta directa. Si bien somos dos socios, queremos crecer, queremos ser grandes y estamos abiertos a inversiones que vengan de afuera. Queremos hacer una revolución del pan: confiamos mucho en el producto que tenemos”.