El Papa Francisco inició su viaje más largo y fatigoso cuando le falta poco para cumplir, en diciembre, 88 años de edad.

Francisco hace prácticamente un año que no viaja debido a sus problemas bronquiales que lo obligaron a cancelar tres visitas fuera de Italia. Esta vez la gira le hará recorrer casi 33 mil kilómetros en dos continentes (Asia y Oceanía) para visitar cuatro países: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Este y Singapur.

El periplo dura diez días y estará de regreso el viernes 13. Si todo va bien, en el horizonte no demasiado lejano estará su viaje apostólico a la Argentina y Uruguay, que Jorge Bergoglio desea porque en sus once años de pontificado nunca volvió a su país natal.

Francisco cree que la gigantesca Asia es vital para el futuro de la Iglesia e insiste en la necesidad de “ir a los márgenes”, a la periferia del catolicismo. En 1910 los católicos sumaban el 5% y cien años después habían crecido al 12% de la gigantesca población asiática.

La figura del Papa monarca absoluto sintetiza el carácter de la Iglesia y justifica plenamente la necesidad para Francisco de predicar también con su presencia. El bastón y la silla de ruedas lo ayudan a caminar superando las dificultades de su rodilla derecha, y el público y la feligresía han absorbido ya la novedad.