“El presidente se comunicó con la vicepresidenta luego del ataque al Congreso y no le respondió los mensajes”. La frase de la portavoz de la presidencia, Gabriela Cerrutti no hace más que poner blanco sobre negro en uno de los temas que más preocupan al país. La relación entre Alberto y Cristina está rota y le quedan dos años de convivencia al mando del Gobierno. Preocupante, ¿no?

El acuerdo con el FMI no hizo más que potenciar diferencias que son indisimulables. Cristina cree que la política económica desarrollada por el ministro Guzmán es errónea y le puede costar las próximas elecciones. Es una fiel defensora de inyectar dinero en el bolsillo de la gente y eso podría hacerse a través de la emisión monetaria, algo que prohíbe el acuerdo.  

Tan en desacuerdo está la vice que ayer no lideró la sesión en la que se aprobó el refinanciamiento con el Fondo. Apenas si abrió la sesión y luego se retiró del Congreso, lo que denota su fastidio por el momento que atraviesa la coalición que ella misma armó.

Con un peligro de ruptura constante, no son pocos quienes aventuran un final de Fernández con características similares al que tuvo Fernando De la Rúa en 2001. “La gente está cansada de tanto sufrir, hoy el conurbano lo contiene el kirchnerismo”, aseguran desde el entorno de la vicepresidenta.

¿Qué sucederá en el futuro? Nadie lo sabe. Lo cierto es que los próximos dos años serán determinantes para el país y la relación entre los referentes del Gobierno dista de ser la mejor…