En octubre, marcado como Mes de la Ciberseguridad, quedó claro que las amenazas digitales ―ransomware, ataques a infraestructuras críticas, filtraciones masivas― ya no son un problema ajeno, sino una prioridad en las agendas de empresas públicas y privadas.
Ante ese escenario, el mercado argentino empieza a responder con iniciativas locales: por ejemplo, la creación de HyNox, una nueva Central de Ciberseguridad (SOC) desarrollada íntegramente en el país, que operará 24 horas con arquitectura modular y servicios de monitoreo, detección de vulnerabilidades, cumplimiento normativo y gestión de incidentes.
Esta apuesta local responde a dos urgencias simultáneas: primero, reducir la exposición que implica depender exclusivamente de tecnología importada; segundo, acortar los tiempos de respuesta ante amenazas que evolucionan rápidamente, incluyendo herramientas impulsadas por inteligencia artificial y operaciones en la “dark internet”.
El momento no podría ser más pertinente: la inversión en ciberseguridad se está volviendo un componente estratégico, y no solo técnico ―en Argentina, se estima que para 2025 el mercado superará los mil millones de dólares.
Para las organizaciones, el mensaje es claro: incorporar la seguridad digital desde el diseño del negocio, no sólo al final, es la nueva regla. La SOC de HyNox, por ejemplo, se diseñó desde cero con certificaciones internacionales ISO 27001 e ISO 9001, pensando en la trazabilidad, visibilidad y reacción rápida ante incidentes.
En definitiva: el Mes de la Ciberseguridad inaugura una etapa de activación para el país. No basta con esperar ataques: se trata de generar ecosistemas, desarrollar infraestructura propia y entender que la defensa digital es parte del negocio. Quienes actúen primero tendrán ventaja competitiva, mientras el resto deberá ponerse al día rápido.