En medio de una tensión creciente en los mercados, el presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, definieron un cambio en la estrategia cambiaria. El Gobierno busca acumular reservas en el Banco Central y, para lograrlo, estaría dispuesto a dejar que el dólar libre avance hacia el techo de la banda cambiaria antes de intervenir.
La medida se conoce tras jornadas de fuerte presión, en las que el Banco Central se vio obligado a desprenderse de más de mil millones de dólares en apenas tres días. Ese drenaje encendió alarmas, por lo que ahora el oficialismo apuesta a un esquema que permita “respirar” al tipo de cambio, aunque el costo sea un salto temporal en la cotización.
La lógica oficial es simple: llegar a las elecciones legislativas del 26 de octubre con reservas más robustas y un marco de estabilidad relativa. Según trascendidos, Caputo aseguró que “se venderá hasta el último dólar en el techo de la banda”, lo que implica que recién allí se frenaría la escalada.
Los riesgos no son menores. Analistas advierten que permitir un avance demasiado rápido del dólar puede alimentar expectativas devaluatorias, acelerar la dolarización de carteras y complicar la estabilidad de los precios. Además, las reservas netas disponibles siguen siendo limitadas, por lo que la capacidad de intervención está condicionada.
De cara a las próximas semanas, el mercado estará atento a dos factores centrales: hasta dónde dejará correr el Gobierno la cotización y si finalmente logra sumar financiamiento externo para reforzar el poder de fuego del Banco Central. Hasta entonces, el dólar libre podría acercarse —e incluso superar— la barrera psicológica de los $26.000.